El ciclo de Diego Armando Maradona al frente del seleccionado nacional de fútbol finalizó tras la decisión unánime de no renovarle el contrató que se tomó en una reunión en la cual participaron el presidente de la AFA, Julio Grondona, y el Comité Ejecutivo de la misma entidad.
El tiempo del “Diez” a cargo de la selección tuvo todos los condimentos: enfrentamientos con Grondona por los ayudantes, juego de bajo vuelo, una goleada historia en contra 6-1con Bolivia, una clasificación sufrida, amistosos de la talla de Ghana, Haití o Canadá, y la celebre frase “que la chupen y la sigan chupando”. Además, antes del Mundial estuvo el partido contra España, que a pesar de la derrota 2-1 al técnico le había gustado el funcionamiento del equipo (todavía nos preguntamos que partido miró) y después contra Alemania a quien le ganamos 1-0, pero del cual no aprendimos nada.
Hasta acá la situación era turbia, pero Maradona incentivaba mejor que nadie a sus jugadores que poco a poco fueron de menor a mayor. La lista de convocados fue correcta, salvo la polémica convocatoria de Garce (único jugador de campo que no jugó ni un minuto en Sudáfrica). Finalmente llegó la Copa del Mundo, y mientras Diego se calzó el traje y se serenó a la hora de hablar con la prensa, Argentina emocionó a la mayoría del pueblo por su alto volumen de juego en la fase de grupos (Nigeria, Corea del Sur y Grecia), después en octavos se complicó con México, pero se pasó, y contra Alemania se mostraron los verdaderos pingos, que resultaron ser ponis.
Todos queremos ser campeones del mundo, pero llegar hasta cuartos no está del todo mal. Si el ciclo Maradona fue positivo o negativo queda a criterio de cada uno. Si tendría que haber seguido al frente también es gusto personal. El problema aparece cuando dos egos del tamaño de Grondona y de Maradona chocan, y la principal victima de la explosión es el equipo que representa al pueblo.
El tiempo del “Diez” a cargo de la selección tuvo todos los condimentos: enfrentamientos con Grondona por los ayudantes, juego de bajo vuelo, una goleada historia en contra 6-1con Bolivia, una clasificación sufrida, amistosos de la talla de Ghana, Haití o Canadá, y la celebre frase “que la chupen y la sigan chupando”. Además, antes del Mundial estuvo el partido contra España, que a pesar de la derrota 2-1 al técnico le había gustado el funcionamiento del equipo (todavía nos preguntamos que partido miró) y después contra Alemania a quien le ganamos 1-0, pero del cual no aprendimos nada.
Hasta acá la situación era turbia, pero Maradona incentivaba mejor que nadie a sus jugadores que poco a poco fueron de menor a mayor. La lista de convocados fue correcta, salvo la polémica convocatoria de Garce (único jugador de campo que no jugó ni un minuto en Sudáfrica). Finalmente llegó la Copa del Mundo, y mientras Diego se calzó el traje y se serenó a la hora de hablar con la prensa, Argentina emocionó a la mayoría del pueblo por su alto volumen de juego en la fase de grupos (Nigeria, Corea del Sur y Grecia), después en octavos se complicó con México, pero se pasó, y contra Alemania se mostraron los verdaderos pingos, que resultaron ser ponis.
Todos queremos ser campeones del mundo, pero llegar hasta cuartos no está del todo mal. Si el ciclo Maradona fue positivo o negativo queda a criterio de cada uno. Si tendría que haber seguido al frente también es gusto personal. El problema aparece cuando dos egos del tamaño de Grondona y de Maradona chocan, y la principal victima de la explosión es el equipo que representa al pueblo.
Foto. Google
Por M.P.
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