¿Donde quedaron los códigos?

La mayor parte de la dirigencia del fútbol argentino no tiene un gramo de tolerancia con los equipos de trabajo que ellos mismos contratan y se regocijan de haber armado antes de la competencia. Pero un par de malos de resultados bastan para que las comisiones despidan y rompan contratos de técnicos como si la culpa fuera exclusivamente de ellos.
El último caso fue el de Leonardo Astrada que fue despedido por el presidente de River, Daniel Pasarella, cuando finalmente su equipo después de cuatro fechas no perdió (empató 0-0 con Atlético de Tucumán).
En vez de premiar el coraje de agarrar a un conjunto lleno de jugadores que no tienen la talla para vestir la camiseta “millonaria” y sus dos únicas referencias son Marcelo Gallardo y Ariel Ortega, ambos para el retiro, castigan a Astrada y lo echan por teléfono. Si señores por teléfono, el mismo ex-técnico, ahora máxima autoridad del club, que se jactaba de ser tan correcto e hizo cortar el cabello a los jugadores de la selección de 1998 que bajo su dirección se volvieron en cuartos de final en el Mundial de Francia, ni siquiera tuvo la caballerosidad de esperar para hacerlo personalmente.
Este caso se suma a los otros seis que ya hubo en el Clausura: Diego Simeone de San Lorenzo, Abel Alves de Boca, Claudio Vivas de Racing, Cuffaro Russo de Rosario Central, Fernando Gamboa de Chacarita y Chiche Sosa de Gimnasia.
Acaso hay que recordar que no hay técnicos milagrosos, que los milagros se funden a fuerza de trabajo y tiempo, a veces menos a veces más pero tiempo en fin. ¿Hay que recordar la historia de Alex Ferguson para aprender? El actual técnico del Manchester United empezó a trabajar en esa institución en 1986, y, después de diversos intentos, recién en la temporada 1990-91 consiguió su primer título y en la actualidad el conjunto ingles está cosechando los frutos de años de trabajo en equipo entre el cuerpo técnico, jugadores y  la comisión directiva.
¿Porque cuesta tanto cumplir con la palabra y concluir contratos?

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Por M.P.